182

—Buenos días, mi Reina.

Nunca me cansaría de escuchar eso. La voz de Hadrian lo hacía sonar completamente seductor. Su mirada penetrante me devoraba, sus ojos brillaban con un hambre que hacía que el calor subiera a mis mejillas. Ambos estábamos desnudos bajo las sábanas, aunque no podía recordar c...

Inicia sesión y continúa leyendo