14. Nunca mientas

Mis manos estaban sudorosas. Miré a Fox, ¿qué iba a hacer? No me mataría, lo sabía. Si supiera que había estado trabajando para meterlo en la cárcel, ya me habría matado. Su mano áspera trazaba perezosamente mi cicatriz. Vi que mi sangre aún estaba en su boca. Parecía el diablo que era, con sangre e...