Sentimientos revueltos

Regresamos al apartamento al día siguiente casi en la tarde, por culpa de mi lentitud.

Me era todo un desafío andar; debido al dolor intenso en mi pierna, por ende, Jack había tenido que ayudarme en muchas ocasiones, porque de lo contrario, terminaríamos quedándonos otra noche más en Nopun, lo que no era tan mala idea después de todo lo sucedido.

Esa montaña ahora no me parecía tan espeluznante, no cuando tenía un buen recuerdo con él.

Me sentí totalmente exhausta al llegar a casa, así que lo primero que se me ocurrió fue meterme en la ducha, para así con el agua tibia relajar mi cuerpo, pero fue una pésima idea debido a mi herida, no tenía ni la más mínima idea de cómo iría a trabajar al día siguiente en ese estado, incluso respirar ya era demasiado para mí.

Me puse con dificultad mi pijama y me dejé caer con un suspiro en el sofá junto a Jack, quien de inmediato se levantó para su ansiado turno en el baño.

Cuando salió con sólo sus calzoncillos y una franelilla blanca, comenzó a preparar la cena, mientras tarareaba esa extraña canción, que ahora me parecía tan agradable.

Después de una larga película muy aburrida, –en la que me la pase fue observando disimuladamente todo lo que ese tonto chico hacía de un lado para otro–, me entrego un plato con espaguetis y pollo.

—Gracias —susurré, antes de comenzar a comer como nunca antes.

Mi estómago estaba prácticamente vacío, desde el desayuno no había probado bocado y tampoco tenía muchas ganas de hacerlo, pero en ese instante podía devorarme hasta el plato y más.

—Como despedida, te he preparado mi plato favorito —anunció, orgulloso de ello.

Quería reírme de sus ocurrencias, pero preferí mantener mi semblante muy serio como era habitual.

—¿No deberías haber preparado el mío mejor? —inquirí, arqueando una de mis cejas.

—No todo en la vida es como tú quieres, Lucy —contestó entre risas, para acto seguido, sacudir mi cabello con una de sus manos y ante esto no pude más que comer más a prisa, debido a el rubor en mis mejillas.

—Bien, aceptaré tu profundo agradecimiento con esta deliciosa comida, ¿satisfecho?

—Bastante.

Vimos las trágicas noticias sobre robos y miles de cosas más que parecían demasiado espantosas como para poder digerir la pasta con tranquilidad, pero en realidad no importaba demasiado, dado que mientras saboreaba la deliciosa comida, en ocasiones me percataba mirando de soslayo a Jack.

Era un chico tan diferente, tan vivo, tan atractivo, que a veces confundía todo en mi interior.

Al principio, no era algo común en mí estar de esta manera, pero después de tantos días juntos, había llegado a remover gran parte de mi corazón, había logrado en tan poco tiempo sacar un lado de mí que no sabía que podría llegar a tener, después de tanta desgracia sobre mi ser.

Jack me observó totalmente perdido, con su rostro lleno de preguntas ante mi mirada fija en él.

Sin saber muy bien qué inventar solté lo primero que se me ocurrió, un tanto avergonzada de que me pillara tan rápido.

—¿Por qué estudiaste medicina?

—Me gusta ayudar a la gente. —contestó con una brillante sonrisa, antes de ponerse en pie de un salto, dispuesto a lavar su plato.

—Puedes ayudar de otras formas.

—Bueno, era mi destino ser médico, así quisiera o no iba a serlo, por lo tanto, tuve que aprender a amar lo que hago a puños y patadas.

—¿No estudiarías otra cosa? —murmuré, dándole intensas vueltas a lo que me decía con tanta calma.

—No podría aunque quisiera.

—Qué complicada es tu vida —cuchicheé, caminando hacia la cocina, era mi turno de lavar los trastes, así que continuamos con la charla entre tanto yo terminaba.

—Por eso debes amar lo que haces, además, no es tan malo ser médico.

—Si tú lo dices —mascullé, encogiéndome de hombros indiferente. De todos modos era su vida y yo no podía ayudarlo a cambiarla, ni mucho menos a mejorarla—. La verdad paso de eso, prefiero seguir como estoy.

—¿Y así estarás toda la vida?

—¡Oh, vamos! No me des la típica charla de que debes cumplir tus sueños y serás exitosa.

—Pero… —guardó silencio por unos instantes, se mordía ansioso su labio inferior sin saber muy bien si debía decir lo siguiente o no, terminé de guardar los platos en su respectivo lugar y ante tanto silencio, lo escudriñé, echando chispas por los ojos—. ¿Realmente no quieres hacer algo más con tu vida?

—No, así como estoy me siento feliz.

—Pues yo no te veo feliz.

—¡Eres un completo fastidio, Jack! ¡Déjame en paz! —gruñí sin vacilar.

A pesar de vivir juntos, no era justo que opinara por su cuenta sobre lo que debía o no hacer para ser feliz, después de todo, era algo imposible para mí esa clase de sentimiento. Dado que tenía un pasado; uno que ni siquiera yo misma podía aceptar aún, por lo tanto, aún si se lo dijera, no lo entendería.

Tras un prolongado silencio y miradas llenas de rabia, cada quien se marchó por su lado sin decir absolutamente nada, agotados como nunca antes.

Me tiré a la cama a descansar, y como era de esperarse, en cuestión de segundos había caído en un profundo sueño.

No obstante, muy tarde en la noche, el cuerpo de alguien a mi lado me sobresaltó, me giré aterrorizada de que fuese algún espectro o un mal sueño de nuevo, sin embargo, me encontré de frente con el hermoso rostro de Jack.

Su respiración chocaba contra mis labios y para mi desgracia sentí cómo mi corazón se removía descontrolado en mi interior, dejándome sin aliento.

Su rostro estaba a centímetros del mío, sus pestañas eran tan largas y su nariz rozaba la mía tanto, que llegué a pensar por un momento que podría besarlo, pero corté esa sensación perturbadora sin dudarlo, marchándome con mi cobija y mi almohada al sofá, sin más remedio.

Aquello que pensaba era un tanto asburdo, era aprovecharme de Jack, así como una vez alguien lo había hecho conmigo.

Capítulo anterior
Siguiente capítulo
Capítulo anteriorSiguiente capítulo