Un donante inesperado

Sentí sus agrias lágrimas empapar mi camisa y acaricié su cabello con mis manos temblorosas, consolándolo con los labios sellados, no muy segura de qué era lo mejor para decirle.

—Realmente me siento como una escoria de sólo pensar que tengo una hija por haberle hecho algo así a Victoria. Intenté c...