La cama del placer

Metí su rosáceo glande en mi boca, y succioné, extasiada con su expresión de dicha. Al verlo tan encantado con el entrar y salir de su pene entre mis labios, decidí subirme sobre él, mientras me quitaba mi ropa faltante bajo su mirada absorta.

Él se relamió los labios, fascinado de verme completame...