Y nada más que la verdad

No quise seguir escuchando más, sabía que había sido suficiente, además, espiarlos no era algo correcto de mi parte.

Me di la vuelta con mis piernas temblorosas y caminé sin rumbo con mis manos heladas en los bolsillos de mi bata, sentía mi corazón acelerado y la tristeza correr por mi venas.

Era ...