El corazón roto de un padre

—Eso no importa ahora, porque tú estás aquí para pasar un buen rato juntos —susurró, poniéndose en pie con una sonrisa lujuriosa que me heló la sangre, cuando divisé que caminaba con torpeza hacia mí.

—¡Vamos, deja esa botella, y date un maldito baño! —rugí hecha una bola de furia, lanzándome arreb...