107, Avivando las brasas

Nash

Nunca había sido bueno para no hacer nada. Si lo intentaba, me ponía inquieto después de cinco minutos. Había cambiado, fue lo que concluí mientras disfrutaba de estar sentado en silencio con Tite en mis brazos. Ella estaba recostada contra mí, apoyando su cabeza en mi hombro. No tenía probl...

Inicia sesión y continúa leyendo