146, el lugar perfecto para echarse una siesta

Amber había venido a mi habitación cargada de bocadillos.

—No pensé que tuvieras tiempo de abastecer tu despensa después de tu viaje —me dijo. Me reí, no estaba equivocada. Habíamos enviado a nuestros compañeros a unirse a la primera patrulla después del desayuno.

—Siento que Ulf tenga que estar f...

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