Epílogo

Cuatro meses después...

La luz matutina se derramaba sobre Atenas como una bendición, pintando la ciudad en suaves tonos dorados y rosados. Desde el balcón de nuestra mansión, podía ver el mundo despertándose lentamente—gente apresurándose al trabajo, vendedores montando sus puestos, niños riendo a...

Inicia sesión y continúa leyendo