Capítulo treinta: Una palomita asustada

Carnen Gristhm, el hijo de un clan guerrero que se esperaba fuera muy temido, yacía acurrucado en la cama de su pequeña y oscura celda, agarrándose la entrepierna y maldiciendo en voz baja a esa bruja de campesina, Aya, que lo había reducido a este estado. Debería haberle roto el cuello en esa pelea...

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