56

Se acerca para pararse frente a mí y saca una caja dorada de su bolsillo.

—Disfruta —la lanza sobre mi escritorio, mete las manos en los bolsillos de su chaqueta y sale con paso despreocupado.

Mi boca está básicamente en el maldito suelo.

—Oh Dios mío, oh Dios mío, oh Dios mío, ábrela —dice Miran...

Inicia sesión y continúa leyendo