Amigos por correspondencia

¡Qué patético! ¡Y qué estúpido! Me sentía como una idiota mientras marchaba de vuelta al dormitorio de Lincoln y agarraba mi bolsa negra. ¡Qué absolutamente degradante andar por ahí en este pedazo de seda pensando que haría alguna diferencia! Quería llorar, gritar o pisotear, pero por la gracia ...

Inicia sesión y continúa leyendo