Capítulo 39

Regan

Mientras conducimos por la ciudad y luego por la autopista, mi mirada está fija en los lobos. Mi condición empeora con cada minuto que pasa. Me agarro el pecho, tratando de aliviar la sensación de ardor. El viento que entra por la ventana abierta proporciona un alivio temporal.

—¿Estás bien?...