Piel de gallina - Parte II

—Suéltame, Deimos. —Le muestro los dientes, revelando mi ira hirviente por sus acciones.

—Lo siento, Theia. No te enojes conmigo. —Suplica cerrando los ojos con cansancio mientras apoya su cabeza en mi hombro y descansa.

—Condeno tus acciones, no puedes seguir viviendo así.

—Lo sé. Lo sé, perdóna...