SECUELA: TREINTA Y SEIS

Alina tenía la espalda contra el mostrador, el pánico en sus ojos por razones completamente diferentes a las que Roman pensaba. Colocó sus manos en sus hombros en un intento de poner algo de distancia entre ellos e inmediatamente se arrepintió.

—No lo estoy —negó con confianza, mirándolo y perdiend...