Lucha hombro con hombro

—No estaba pidiendo tu permiso. Ya me dijiste que puedo darte lo que mereces, y una nalgada es mucho, mucho menos de lo que le daría a cualquier otra persona. Estoy bastante seguro de que quieres conservar todos tus dedos, así que no andemos con rodeos.

Me estremecí mientras asentía. Podía soportar...