Víctima arrepentida

—Pensé que no te importaría.

El azul de sus ojos era acerado mientras me miraba. —Sí me importa.

Hurgó en su bolso y sacó un paño, lo mojó en el río, luego se acercó a mí y me limpió la cara y el cuello, quitando el polvo que se había pegado a mi piel sudorosa. Fue maravilloso. Cada pasada del mat...