El fin de la fantasía

Tres palmadas resonaron fuertemente cuando su mano tocó mi piel mojada. Ahogué un grito en mi brazo mientras me retorcía contra el borde de la bañera.

—No rompo promesas, cariño. Si te pones grosera conmigo, te daré una paliza hasta que tu trasero sea el doble de grande y no puedas sentarte cuando ...