35. Una memoria destruida

Ester

—¿Las minas de zestria? —repetí.

Christopher se recostó en su silla como si lo que había dicho fuera completamente lógico. Una criada cercana rellenó su vaso con más limonada.

—Es una gran idea. Un amigo mío me dio luz verde para usarlas. Pronto lo convenceré de que me venda una de esas...