Sonríe, Alice.

Diez minutos después de llegar a mi casa, sonó el timbre. Cuando abrí la puerta, vi a un hombre enorme con una sonrisa en el rostro. Era Ean.

—Hola Alice.

—Hola Ean.

—¿Un fin de semana ocupado, eh? Traje tu vestido.

—Sí... —sonreí incómodamente. Extendí las manos y él colocó el vestido suavement...

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