Antes del golpe

—¡Esta es mi casa, mi casa es tu casa! —dije mientras abría la puerta de mi pequeño apartamento.

Después de que dejamos la fiesta, Matt insistió en venir conmigo. Incluso amenazó con dormir en el felpudo si no lo dejaba entrar—y juró que no había nada que quisiera más que sentarse en el sofá y ver ...

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