28

Killian agarra el chal y se lo envuelve como una toalla. Ahora su pene está haciendo una gran tienda, estirando las puntadas de pata de gato de Nuala. Pero no estoy mirando.

—Tu cara está roja —dice él.

Mi mirada vuela hacia el rostro de Killian. Mierda. Estaba mirando hacia abajo. —Yo, um, ¿neces...