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Mi lobo está demandante, merodeando, enojado ahora. Compañero.

Él arruinó mi negocio. Aplastó mis sueños. Tengo que odiarlo.

—Puedes relajarte —dice él—. Estás a salvo. No estoy enojado. No voy a hacerte daño.

Suelto un bufido en la tierra.

Él se ríe entre dientes.

—Ahí está mi compañera gruñona.

¿C...