CAPÍTULO 12. ¡¿QUÉ NOS HICE?!

Gálata temblaba del enojo, podía perdonarlo casi todo, incluso el comportarse como un témpano de hielo, pero haberse acostado con Helena, luego de haber estado en la intimidad con ella, eso no se lo perdonaría jamás, ni siquiera viéndolo arrodillarse por años.

—¡Maldito Matteo! Maldita la hora en q...

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