CAPÍTULO 40. ¿OBEDEZCO AL CORAZÓN O A LA RAZÓN?

Morozov se quedó viendo a Dorek, sin ocultar su expresión de enojo, luego giró su vista hacia Gálata y de nuevo al griego.

—¡¿Qué carajos te pasa?! ¡¿Acaso te has vuelto loco?! ¿Cuál es el interés que tienes en la señora Sebastini? —inquirió apretando la mandíbula en un gesto de evidente enfado.

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