Capitulo 3

—¿Usted es mi papá? —El niño preguntó con cierta timidez mientras se aferraba aún más a la tela del vestido de su tía Pamela.

—Hola, mi nombre es James Blake, y si, soy tu padre... —La voz de James se quebró en aquel instante sintiendo un nudo en la garganta.

—Mamá me habló mucho sobre usted. —Una temblorosa sonrisa se reflejó en aquel rostro aniñado e infantil.

—¿De verdad? —Sus ojos pardos se humedecieron e hizo un esfuerzo sobrehumano por contener las lágrimas.

—Después del exámen tu y yo tenemos una conversación pendiente, James. —La mirada de Pamela era severa y James se percató en ese instante en el vientre abultado de la joven, ahora entendía por qué no podía hacerse cargo del pequeño.

—Por supuesto, podemos ir a desayunar, claro si es que ustedes quieren... —James de pronto perdió toda la confianza y seguridad que lo caracterizaba, sintiéndose tímido e inseguro, tal cual como cuando era pequeño.

—Si no le molesta señor James, preferiría ir a ver a mamá. —La voz temblorosa de su hijo le hizo sentir aún más pequeño e inseguro.

—Claro... —Fue todo lo que James se atrevió a decir.

•••

Después de realizar el exámen, James llevó a Sael, su pequeño hijo de 9 años y a Pamela Massimo al hospital público donde Dafne estaba hospitalizada. El camino transcurrió en un hermético e incómodo silencio, el niño era bastante callado y llevaba su rostro pegado a la ventanilla, mientras que Pamela se mantenía cabizbaja. De pronto, James se dejó envolver por los recuerdos del pasado, sintiendo como su corazón se hundía ante el recuerdo de Dafne.

Años atrás...

Dafne en aquella época tenía una pésima reputación ya que se había acostado con la mayoría de los muchachos del último año. Siempre había sido una niña un poco presumida la cual sabía que era hermosa y que podía tener al hombre que quisiera a sus pies. Pero hasta ese entonces, Dafne siempre le había resultado inalcanzable a cualquiera, era alguien que cuidaba demasiado de su reputación y nadie se explicaba por qué había dado un cambio tan brusco.

En cuestión de pocos meses había pasado por la cama de más de treinta chicos y todos comentaban cuán fácil era. Comentarios que a James, le molestaban demasiado aunque odiara admitirlo. Era tal su obsesión por Dafne Malraux, que comenzó a seguirla con perfiles falsos por sus redes sociales, a seguirla cada vez que se juntaba con algún bastardo para foll@r. Observando desde las sombras como se metía en algún sector abandonado del internado con uno o más chicos. Hubo instantes en que su obsesión llegó a tales niveles que la seguía a casa y Dafne sabía que lo hacía, por que él procuraba burlarse de ella por sus encuentros.

—Anoche me preguntaba cuan grande era tu necesidad de tener un pene entre tus piernas, bien adentro machacando tu útero para que llegarás a acostarte con un perdedor como Jerry Romero. —Apretó las caderas pálidas de la rubia —¿tan necesitada estás? —Pregunta, su voz cargada de desprecio.

—¿Podrías parar ya con tu estúpido diálogo? He venido a foll@r, no para que cuestiones mi vida privada. Honestamente no es tu jodido problema si me acuesto con Jerry o con cualquier otro. —A pesar de que trató de restar importancia al asunto su voz se oyó dolida. Las palabras de James siempre dolían.

—No es que tu vida privada me interese, honestamente todo esto me toma por sorpresa. Siempre te mostraste tan recta y pulcra, tan inalcanzable... De pronto cambias de actitud y dejas que toda la jodida escuela te use. ¿Quieres saber cómo te apodan los chicos? —Deja escapar una risa desdeñosa —supongo que te encantará saber que te apodan "el depósito de esperma." ¿En serio dejas que te f@llen sin condón?

—¡Ya basta, cierra la maldita boca! —Era clara la frustración plasmada en su rostro y como sus ojos grises se humedecieron a causa de las lágrimas. —Nunca he tenido sexo sin protección, así que cierra la maldita boca...

—Entonces seré el primero y el único que tenga esa exclusividad. —Se quitó el condón arrojando este en el piso y se hundió en ella... —Oh, Dios, no se cómo diablos haces para estar tan apretada... Imagínate la cara de tu querido papi si se entera que te llené el coñ@.

Las semanas transcurrían rápidas y sus reuniones sexuales comenzaron a desarrollarse a diario. Entre más frecuentes eran sus encuentros sexuales, Dafne se volvía más blanda y ya no se defendía. A James no le agradaba su sumisión, de algún modo no sabía que esperar de ella y su comportamiento tan manso, tan deprimido.

Comenzó a sospechar de ella, su mente inestable le llevó a pensar que Dafne estaba tramando algo o quería tenderle alguna emboscada. Sus persecuciones se tornaron más frecuentes, hasta que un día la encontró hablando en uno de los desolados pasillos con Pamela Massimo. Ambas chicas parecían discutir acaloradamente y él se quedó ahí, escuchando la discusión.

—Debes decirle a James, él tiene que apoyarte. ¿Le gusta foll@r contigo? Entonces que te sea de alguna utilidad. —Escupió Pamela y Dafne negaba con la cabeza.

Esas palabras se grabaron a fuego en la mente de James, quién no quiso escuchar nada más y se alejó con pasos rápidos. Era molesto descubrir que hasta Dafne Malraux quería aprovecharse de él. ¿Qué mierda pretendía? ¿Acaso pensaba que por tener encuentros sexuales podía exigir algo a cambio? Siempre pensó que la rubia era un poquito más inteligente, porque obviamente él se lo dejó muchas veces en claro. Lo de ellos solo era sexo y odio, no había nada más de por medio, así que le parecía demasiado estúpido de su parte idear un plan para tratar de engañarlo.

Después de eso, James dejó de seguirla, dejó de buscarla y comenzó a evitar cualquier encuentro con ella. La evitó incluso en el desayuno cuando coincidían en el comedor del internado.

James evitó a Dafne después de eso, incluso cuando ella lo miró desconcertada durante el desayuno y en clases. Ignoró sus mensajes de textos y los emails que le mandó después de eso, sin mencionar que la bloqueó de sus redes sociales,

para que ella no tuviera acceso a ninguna información referente a él.

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