Capitulo 5
James finalmente llegó a casa, había sido un día largo y pesado por demás. Las emociones vividas habían sido demasiadas y no sabía cómo lidiar con ellas. En ese momento necesitaba un tiempo a solas, realmente no tenía ganas de hablar con nadie. Lo único que quería era beber un trago y leer esas cartas. La ansiedad comenzaba a consumirlo y su curiosidad solo empeoraba la situación.
Le pidió a la ama de llaves que no le pasará llamadas y si alguien preguntaba por él, que simplemente le dijera que no se encontraba. Con pasos rápidos se encaminó hasta su despacho, llevando consigo el bolso con las pertenencias de su hijo y en el otro brazo, la caja con las cartas que Dafne escribió para él.
Una vez a solas dentro de su despacho se quitó el saco y aflojó el nudo de su corbata. Puso un poco de música clásica y se sirvió un vaso de whisky. Necesitaba relajarse, dejar la tensión atrás. Se dejó caer con pesadez sobre la acolchada silla de cuero y bebió su vaso de whisky de un solo trago. Acomodó la caja de madera sobre su escritorio y se armó de valor para abrirla una vez más.
Con todas las cartas esparcidas sobre su escritorio, James decidió organizarlas una a una por orden cronológico. Con ese orden, todo tendría mucho más sentido para él, si las leía desordenadas podrían generarse confusiones y lo que menos deseaba era eso. Con las cartas en orden, decidió tomar la primera. Sus dedos temblaban ligeramente mientras desdoblada el papel y su pecho se sintió demasiado pesado.
Antes de centrar su atención en el texto, comenzó a acariciar cada letra, sintiéndose de ese modo un poco más cerca de ella. Era increíble, esa carta era desde hace 10 años, donde una Dafne adolescente le escribía. Un suspiro tembloroso escapó de sus labios Cuando comenzó a leer la carta.
Estúpido James:
No puedo creer que esté haciendo esto, que me este rebajando a este nivel. Pero estoy tan jodidamente enojada contigo por no querer ayudarme con este "problemita". Estoy asustada James, demasiado asustada para ser sincera. Hoy mis padres se enteraron de todo, mi madre lloraba como si el mundo se fuera acabar y mi padre se veía tan decepcionado y lleno de ira.
Te contaré algo, por muy humillante que pueda parecer. No tengo un maldito centavo, hoy veré donde puedo pasar la noche. El terminal de buses parece una opción viable, aunque parezca frío y miserable, pero al menos tengo un techo, ya que puedo esperar dentro. Sabes, no puedo dejar de pensar en cómo llegamos a esto, mejor dicho, en como llegué yo a esto. Me siento miserable y perdida, me siento tan insignificante para ti, como si nada de lo que hiciera a ti te importara. No se qué haré de ahora en más, no sé cómo resolver lo del bebé, lo único que tengo claro en este momento es que quiero verlo nacer. Mis padres querían que abortara, de ese modo todo quedaría en el más hermético silencio. Yo no lo permití, simplemente no puedo permitir algo así.
De ahora en más me toca luchar sola, pero albergó una chispa de esperanza en mi corazón. Quizás tú, cuando leas esta carta decidas hacerte presente. Yo tengo claro que no me quieres, que para ti soy la peor escoria que pisa la tierra, aún así, este bebé no tiene la la culpa de nuestros errores. Él no merece sufrir por la sombra oscura que significa cargar con el apellido Malraux, definitivamente no merece tu desprecio ni pagar por las acciones de mi padre.
Se que estás herido, también se que mi padre es el culpable de tu enojo. Perdiste a tu madre y ella jamás volverá. ¿Acaso piensas que es mi culpa el que mi padre haya decidido a defender al asesino de tu madre? ¡Joder, James, tan solo tenemos diecisiete años! Mi padre toma sus propias decisiones y yo no tengo nada que ver con ellas.
Honestamente, no sé cuánto tiempo podré seguir así. Siento que he caído en un pozo sin fin, es como un bucle infinito de puras desgracias. Tengo miedo, estoy aterrada del futuro, tengo un nudo en el estómago que me quita la respiración y además muero de hambre. Te juro que quiero ser fuerte, estoy tratando de serlo, por mí, por nuestro bebé.
No te culpo por lo que ha pasado, aún así me siento tan frustrada y enojada. No espero que vengas por mi y me ofrezcas matrimonio, en este terrible momento me conformo con que vengas y me des algo de dinero, sería lo ideal, así podría rentar un cuarto donde poder quedarme.
Bueno, creo que es hora decir adiós, ya me he humillado bastante hasta ahora. Puedo imaginarte leyendo esta carta junto a tu inseparable amigo, riéndose ambos de mi desgracia.
Dafne.
James dobló la carta y suspiró pesadamente, ver la realidad de Dafne en aquella época era una carga más pesada de lo que penso. Las palabras de la rubia le atravesaron el pecho violentamente como dagas. Cada frase era un recordatorio de su necedad y egoísmo, de su incapacidad para estar allí cuando más lo necesitaban. Se pasó las manos por el rostro, sintiendo las lágrimas asomarse a sus ojos.
En su vida había perdido muchas cosas, pero ninguna pesó tanto como la muerte de su madre. Jamás pensó volver a experimentar un dolor tan intenso como ese, pero ahí estaba, sintiendo el mismo dolor. Él solo pensar en Dafne, sola, un dinero y embarazada, asustada por la incertidumbre de su vida. ¡Dios, fue un completo imbécil!
Su corazón latía con prisa mientras su mente era invadida por recuerdos del pasado. En aquella época fue cruel e hiriente y no pensó en el daño que estaba ocasionando a los demás. A pesar del dolor que sentía, se obligó a seguir leyendo. Necesitaba conocer a la verdadera Dafne Malraux a través de esas líneas, conocer a la verdadera mujer que en su momento se negó a conocer.
Con el corazón aún adolorido por la carta anterior, James tomó otra de las cartas, sin respetar el orden correspondiente. La carta que escogió al azar tenía dentro unas imágenes de ecografía. Al ver las fotografías sus ojos verdes se llenaron de lagrimas. Esa vieja imagen mostraba a su hijo, creciendo en el vientre de su madre. Era un momento del que se había perdido, uno que nunca había tenido la oportunidad de vivir y nunca más lo tendría.
Sin poder contener las emociones, se secó las lágrimas con cierta brusquedad y se sirvió otro vaso de whisky, uno mucho más cargado que el anterior y lo bebió de un solo trago. No importaba cuanto bebiera esa noche, nada podría adormecer el dolor que estaba sintiendo.
¡Maldito seas, James!
No puedo creer que no hayas preguntado ni por mí ni por el bebé. Ya han pasado cuatro meses desde que supe que estaba embarazada y, aunque todo va bien, me duele que estés tan distante de la vida de nuestro porotito. ¿Pero que podía esperar? Me odiabas en el pasado y debes de seguir odiando todo de mí en el presente. ¿Sabes una cosa? Me estoy atendiendo en un hospital público; la atención no es la mejor del mundo, pero al menos son amables conmigo. Me regalan leche fortificada para mí y el ácido fólico. Quizás pienses que es poca cosa, pero para mí es una gran ayuda.
Se que nunca te gustaron mis amigos, pero ahora estoy quedándome en el departamento de soltero de Brandon. ¿Lo recuerdas? El chico moreno que siempre estaba conmigo. Él aceptó recibirnos, a pesar de no tener un solo centavo para aportar con el arriendo. La vida no a sido nada fácil en estos cuatro meses y he de admitir que me siento bastante avergonzada, aún así, no tengo donde más ir y no puedo ser tan egoísta para pensar solo en mi.
Es doloroso ver que no estás presente, que ni siquiera te has dignado a querer saber de mí. Todos los malditos días me despierto con la ilusión de verte frente a mi puerta. ¡Soy una tremenda estúpida, lo sé! Pero por ahora soñar es gratis, así que puedo seguir esperando. No te imaginas lo difícil que resulta ser madre, en especial en una situación tan compleja.
Lo único que deseo en este momento es que recapacites y decidas ayudar, hacerte presente en la vida de tu hijo y dejes de lado enemistades pasadas. Se que no te arrepentirás, por eso, estoy tratando de ser fuerte, por que nuestro hijo merece una madre que lo cuide y proteja de todo. Seré madre y padre y te juro que haré todo lo necesario para que crezca sano y feliz.
Se despide la más imbécil del planeta.
Dafne Malraux.
James se quedó paralizado, la carta temblando entre sus manos. Releyó una y otra vez la carta, las palabras de Dafne repitiéndose una y otra vez en su mente. Saber que le falló a Dafne, a su hijo, que los dejó solos en un momento tan crucial. ¡Pero no tenía idea de que ella estaba embarazada! Si tan solo la hubiera escuchado aquel día, si no hubiera reaccionado de esa manera tan violenta...
Una vez más se permitió llorar, necesitaba sacar todo ese dolor desde dentro. Dejó la carta a un lado y atesoro la ecografía entre sus manos, observando lo que se supone era su hijo. En ese momento tomó una desición, lucharía por Sael, lucharía por Dafne, ellos eran su familia y los recuperaría sin importar cuánto costara.
Era hora de tomar las riendas de su vida, ya no valía la pena lamentarse por lo que aconteció en el pasado. La vida le estaba dando una nueva oportunidad y él estaba dispuesto a aprovecharla.




















