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Saint irrumpió en mi habitación y me agarró del brazo.

—¡Tenemos que irnos, ahora! —exclamó frenéticamente. Mi violín cayó al suelo mientras me arrastraba fuera de mi habitación. Me giré para ver si había algún daño en la única cosa que sabía que podía darme alas y volar lejos del infierno que era l...

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