Capítulo 6 Traición se paga con traición parte 2

Baja su mano libre hasta posarla en mi seno y lo aprieta ligeramente sobre la tela de mi vestido sin importarle que las personas nos estén observando, un gemido brota de mi boca, pero éste queda ahogado por sus labios.

—Vámonos de aquí, sé de un lugar donde podemos pasarla muy bien —murmura sobre mis labios, me limito a asentir y de inmediato me toma por la cintura para guiarme hasta la salida.

Tomamos un taxi y durante todo el trayecto solo nos damos unos cuantos besos, los cuales me encienden como nunca llegue a imaginar, cuando llegamos a nuestro destino se acerca a la recepcionista para pedir una habitación, mientras yo miro todo a mi alrededor, tentada en retractarme de mis actos y huir de aquí como la cobarde que soy, pero también esa vena vengativa me obliga a quedarme en mi lugar y hacerle a Jack lo mismo que él me está haciendo a mí a saber desde cuando, después de unos minutos su mano se posa en mi cintura y me lleva hasta los ascensores.

—Esto te va a encantar —murmura al tiempo que entramos al ascensor, donde me encierra entre sus brazos y la pared de metal—. ¿Cómo te llamas? —inquiere rozando ligeramente su nariz contra mi cuello donde deja unos cuantos besos.

—No es necesario que lo sepas, no nos volveremos a ver después de hoy —respondo conteniendo un gemido, cuando siento como su enorme mano levanta poco a poco mi vestido, acariciando mis glúteos.

—En eso tienes razón, después de hoy no nos volveremos a ver, seremos unos completos extraños, pero éste extraño te hará tener los mejores orgasmos de tu vida, tanto así que sé que no podrás olvidarme y me desearás cada noche.

Estoy por replicarle cuando las puertas metálicas se abren, salimos a un enorme pasillo de paredes oscuras, toma mi mano y caminamos hasta una puerta casi al final, pasa una tarjeta magnética y me permite pasar primero como todo un caballero, mis ojos casi se me salen de las cuencas cuando me doy cuenta al tipo de hotel que me ha traído.

Las luces tiñen todo de rojo, en el centro de la enorme habitación veo una cama circular y arriba de ésta se aprecia un enorme espejo desde donde los amantes pueden verse al fundirse en el fuego de la pasión, una pared de cristal deja a la vista un enorme baño con jacuzzi, en el extremo opuesto veo un sillón tantra y más al fondo alcanzo a divisar un Columpio Fetish, así como otras tantas cosas que no tengo idea para qué se usan.

La puerta se cierra detrás de mí y sin que pueda decirle algo, siento como me empuja con fuerza contra la pared más cercana y comienza a morder el lóbulo de mi oreja, al tiempo que sus manos deshacen el nudo de mi vestido, el cual resbala por mis piernas después de unos segundos dejándome solo en bragas, rápidamente me da la vuelta y veo como traga fuerte cuando sus ojos se posan en mis pechos desnudos, bajando lentamente hasta comerme con la mirada.

—Ni pienses que te pediré permiso —susurra y sin más invitación toma uno de mis senos con su enorme mano y lo masajea con delicadeza para después pellizcar con sus dedos mi pezón, mientras su boca devora con fervor mi otro seno, yo por mi parte no puedo evitarlo y arqueo mi espalda frotando mi cadera contra su pelvis donde siento como su miembro intenta escapar de su cautiverio.

—Y-yo no esperaba que lo hicieras —comento con un leve jadeo.

Me toma por los glúteos y me carga hasta depositarme en la parte más alta del sillón tantra, besa mis labios durante lo que me parece una eternidad como queriendo fundirse con ellos, para después posar su hábil boca en mis senos y continuar su dulce recorrido por todo mi vientre, sus manos se enganchan en mis bragas las cuales retira con delicadeza al igual que mis sandalias y me recuesta con sumo cuidado sobre el sillón, siento como se hinca y pasa mis piernas por sus hombros sosteniéndome con fuerza de la cadera, al momento siguiente doy un ligero brinco cuando siento su respiración en mi monte de Venus.

—Ni te imaginas todo lo que vas a disfrutar preciosa —Me dice antes de que su lengua comience a juguetear con mi clítoris, arrancándome unos cuantos gemidos de satisfacción, estira su mano y poco a poco acaricia desde mi vientre hasta llegar a mis senos, apretándolos ligeramente, sube hasta mi cuello y después introduce dos dedos en mi boca—. ¡Chúpalos! —me ordena con un ronco susurro.

Me encuentro tan excitada que sin pensarlo dos veces hago lo que me pide, la velocidad de sus dedos en mi boca aumenta al mismo tiempo que su lengua se sumerge por completo en mi interior y la sensación de estar siendo follada por ambos lados aumenta ese placer que nunca en mi vida había experimentado con tanta intensidad como ahora.

—Yo nunca he estado en un lugar así —confieso, mientras jalo de sus cabellos pegándolo más a mí.

—Tu marido no solo es un infiel, sino también parece que es un imbécil que no sabe complacerte como se debe —espeta separándose solo lo suficiente, para después continuar con lo que estaba haciendo, succionando y deslizando su lengua con tal destreza que cuando siento que por fin estoy por lograr mi liberación, se separa de mí dejándome totalmente insatisfecha.

—¿Por qué te detuviste? —inquiero con la voz entrecortada.

—Quiero que te veas mientras te corres para mí. —No entiendo a qué se refiere, pero cuando se levanta y con mucho cuidado me ayuda a ponerme de pie y me lleva hasta el centro de la cama es que al fin comprendo sus palabras, comienza a desnudarse y sin poder evitarlo mis ojos detallan milímetro a milímetro sus fuertes pectorales, su abdomen marcado y esa V perfecta que se pierde en el elástico de su ropa interior.

—¡Oh por Dios! —exclamo cuando baja por completo sus calzoncillos y puedo apreciar los atributos que los mismísimos dioses le concedieron.

—¿Te gusta lo que ves preciosa? —cuestiona con una sonrisa ladeada y como si estuviese hipnotizada solo logro asentir, arrancándole una carcajada.

Se acerca hasta donde me encuentro posicionándose detrás de mí, se sienta y toma mi cara con una de sus manos.

—Esta noche te olvidarás hasta de tu nombre —dicho esto me besa con urgencia, como si él lo desease tanto como yo, con su otra mano recorre mi cuerpo, deteniéndose cada que siente como mi cuerpo vibra ante su toque en esos lugares que me vuelven loca y que hasta hace unos segundos solo mi marido conocía a la perfección.

Cierro los ojos, presa del fuego ardiente que me recorre por completo, pero en cuanto siento como sus dedos se adentran en mi intimidad, suelto un pequeño jadeo sobre sus labios que aún mantienen en cautiverio a los míos.

—¡Abre tus ojos! —me ordena al mismo tiempo que se inclina hacia atrás hasta recargarse en la cabecera de la cama, sosteniendo mi peso entre sus fuertes brazos, hago lo que me pide y una sonrisa maliciosa vuelve a cruzar su rostro—. ¡Quiero que mires el espejo sobre nosotros!

Levanto la mirada y al momento me arrepiento cuando abre más mis piernas para tener mejor acceso a mi intimidad, dejándome totalmente expuesta ante su mirada cargada de deseo y la mía un tanto avergonzada.

—No te avergüences, eres una mujer completamente hermosa, que lo único que debería de hacer es disfrutar y nunca sufrir por el engaño de un hombre —comenta besando el largo de mi cuello, mientras con una de sus manos acaricia mis senos y la otra se pierde en mi intimidad, tocándome de tal forma que parece me conoce de hace años y no solo de unas cuantas horas.

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