El prisionero de papá

Layla

Apreté las barras tan fuerte que mis nudillos se pusieron blancos, tratando de acortar la distancia entre nosotros.

Despreciaba el hierro, odiaba la debilidad en mis brazos y la fuerza en las barras. Deseaba ser fuerte, deseaba no ser humana.

Sus ojos verdes se fijaron en los míos, y ...

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