Perfecto

Me dirigí de vuelta a mi habitación. Mis pasos raspaban el suelo. No por agotamiento, porque nunca me cansaba. Pero lo que fuera que estaba mal conmigo, vivía debajo de mi piel ahora, royendo mis huesos con su rostro y su nombre en los dientes.

Me dolía terriblemente la cabeza y comenzaba a irritar...

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