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—Elowen— gruñí.

Ella dio un salto, apartando la mirada de las piedras relucientes que iluminaban el bosque y apretó los labios —¿Sí?

—Come, Elowen— mi voz se suavizó a pesar de la orden mientras asentía hacia el plato en sus manos.

Ella frunció los labios.

—¿No tienes hambre?— levanté una ceja.

...

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