Mi secreto

Él

La alcancé, tomando su nuca con una mano, mis pulgares acariciando sus mejillas. No sabía qué deseaba más, si su aliento sobre mi boca o su confianza depositada en mis manos.

—No te lastimaré así —murmuré—. Nunca.

Sus ojos titubearon, inseguros.

—Te creo.

Las palabras llegaron demasiad...

Inicia sesión y continúa leyendo