Sácalo de aquí

Había dejado de tener esperanza.

Dejé de imaginar su rostro rompiendo la oscuridad.

Dejé de mentirme a mí misma diciendo que él estaba en camino.

Sebastián no había venido.

Esa verdad dolía más que los colmillos de los guardias, más que los moretones que pintaban mi piel. La ausencia me vaciaba ...

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