Capítulo 22. Visita a la cárcel

La cama estaba fría. Gabriel se había ido de la mansión. Y no me había dejado ni una nota, ni un indicio de adónde demonios había ido. Me senté abrazando mis rodillas.

La frustración me quemaba, pero era una frustración extraña, mezclada con el recuerdo de la noche anterior. ¿Por qué había dicho lo...

Inicia sesión y continúa leyendo