Capítulo 128 Grito atorado en su garganta

Pero sus palabras solo fueron eso, ¡palabras! Daviana comenzó a sujetarlo del cabello con una mano y con la otra se aferraba al orillo del escritorio, Michele rodó la silla hacia aquel cuerpo hirviendo para afincar su boca contra los labios de ella.

—Nooo… por favor, basta —gime con voz alta.

Pero é...

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