90. Línea de sangre

—Vamos a cuidarte ahora— murmuró Alice, ayudándome a sentarme en el borde de la cama vacía.

El dolor me hizo gruñir al mover los músculos desgarrados de mi hombro, pero no me quejé. Había llegado a casa con vida. No podía apartar mis ojos de los suyos; necesitaba su presencia para no desmoronarme p...