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—Sí, sí que lo es, Aleksander —admito.

No me alejo de la bruma que él ocasiona tan pronto y profundo en mí. Ni siquiera entiendo por qué se genera, es molesto, me siento enferma y demente al mirarlo de esta manera.

Al cabo de un rato me da hambre, prefiero no decirle, es tan indescifrable e inestabl...