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—Sí, señor, con permiso —acata y se va a la misma velocidad con la que ha entrado.

Volvemos a quedar a solas.

—Entonces, ¿quieres un poco de agua? —repite con el burlesco gesto dibujado en sus labios finos.

Me humilla. ¿Qué más puedo hacer?

—S-si… —susurro en el letargo, en mi lugar, le odio y l...

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