De vuelta a casa

Isadora

Me desperté envuelta en una paz que solo Thomas y Vincent podían darme. El calor de sus cuerpos, el suave ritmo de sus respiraciones llenando la habitación—todo se sentía tan bien, tan mío. Pero sabía que no lo era. Al menos, no por mucho tiempo. Me quedé allí unos minutos, inmóvil, abs...