Capítulo 16.

Observé a los lobos levantar las batas de las hembras recostadas y "tocar" con auténtica alegría en sus rostros sus intimidades.

Cuando se acercaron a mí, uno de ellos me sujetó el brazo y otro preparó la aguja. Sentí el pinchazo rápido, la presión de la sangre que corría hacia el frasco. Hasta ahí...

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