Capítulo 28.

Selene me llevó hasta la cama sin decir una palabra. Sentí sus manos frías en mis brazos, en mi espalda, guiándome con cuidado, como si temiera que fuera a romperme en mil pedazos. Y, honestamente, no estaba muy lejos de hacerlo.

Me acomodó sobre el colchón y luego fue hacia la cuna cuando la e...

Inicia sesión y continúa leyendo