Capítulo 42.

El aire me golpeó los pulmones como una piedra.

Un segundo antes, no había nada.

El siguiente, una bocanada ardiente me atravesó el pecho.

Abrí los ojos de golpe, aspirando con un sonido ronco. No entraba suficiente aire. Tosí, intenté girarme, pero una mano grande me sujetó el rostro. Sentí su a...

Inicia sesión y continúa leyendo