Capítulo 30: El sabor amargo de la frustración

ALEX

Aunque sabía que debería darme la vuelta y salir corriendo de su oficina, me quedé quieta, sintiendo mi corazón acelerarse mientras él me miraba con una expresión depredadora.

Eso se debía a que había una parte de mí, muy en el fondo, que ansiaba descubrir qué haría a continuación. Esa pa...