Los límites del placer.

Quiere tocarla. Se muere por querer hacerlo, pero no se lo permite.

Menea sus caderas cada vez más rápido y ejerciendo mucha presión.

Lo tiene completamente rendido a sus pies, hace con él lo que se le antoja y verlo desquiciado por poseerla saca su lado más perverso.

—Recuerda, no puedes termin...