Siempre fuiste mía (Parte 4)

Dante penetraba su carne con mucha fuerza en lo que estimulaba su clítoris logrando que se sacuda y supliqué que la suelte.

—Eso nena, eso. Te quiero escuchar suplicandome.

Empujaba su cuerpo contra el suyo y meneaba sus caderas de un lado al otro, luego en círculos y cada tanto pellizcaba y estir...