Una razón para creer

—¿Estás bien? —le pregunté a Tori con curiosidad. Desde que llegamos a la clase de matemáticas, no ha dejado de jugar con sus dedos y de perderse en sus pensamientos.

Por suerte, nuestra profesora no estaba en la clase. Nos dejó trabajo y salió del aula por un rato. Todos en la clase estaban ocupad...

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