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Thad contestó el teléfono móvil que vibraba en su bolsillo.

—¿Qué? —le espetó a su contacto—. ¿Entonces, has encontrado un lugar para llevarla? ¿Conseguiste la orina para verter sobre ella? —Escuchó—. Entiendo que pienses que es asqueroso, pero sería inútil esconderla si pueden rastrearla. La orina...