El acuerdo

—Princesa, eres tan hermosa. No puedo imaginar que me hayas permitido amarte. Muchos en esta ciudad anhelan el privilegio de poseerte. Pero te entregaste a mí, de entre todos los que te desean —comienza Dordrich en un tono íntimo—. ¿Por qué? Sé que la atracción entre nosotros fue fuerte desde el pri...

Inicia sesión y continúa leyendo